La Lectura Larga de esta edición fue escrita por F. (@dubstar78) a partir de un texto de Momus que le ví referenciar. Otro día bien vale una entrega dedicada a Momus, músico, periodista y escritor inglés que en este momento vive en Japón y quedó tuerto después de una infección por una lente de contacto contaminada. Esta vez, F. lo usó de disparador para hablar del último disco de Charli XCX (brat,2024).
La Nostalgia como fragancia de Poett (por F. @dubstar78)
Charli XCX - brat (2024)
Había un viejo posteo de momus que planteaba que en el mundo de la cultura podíamos hablar de un pasado reciente, completamente demodé, un pasado histórico ya conocido y deglutido y entremedio una zona difusa, virgen, lista para aprovechar para el que se atreviese. La tarea del tastemaker sería identificar la cisura entre los dos tiempos históricos y ser el primero en cirujear justamente *ahi*.
El frente de batalla es la zona situada justo al borde de la mina de oro: el lugar donde la aceptable y lucrativa era del revival se encuentra con una época que está actualmente reprimida, descuidada y aletargada. Lo interesante del frente de batalla es que el proceso de revalorización se hace a la luz del día y de una forma atrevida y consciente. Una élite de líderes y formadores del gusto sin miedo al ridículo trabajan duro en esta zona, buscando gangas, llevando una era inaceptable a una nueva aceptabilidad. Hay una especie de repulsión estremecedora por los artefactos olvidados y reprimidos durante mucho tiempo, y a la vez algo irresistiblemente tabú en ellos. El hecho de que estén ocultos los hace fascinantes: es como si su propia sublimación les hubiera otorgado una especie de gran poder sobre nuestro inconsciente. Los mejores curadores y fashionistas se encuentran en el frente de batalla, luchando por las cosas fascinantes y repelentes que encuentran en esa zona crepuscular entre lo aceptable y lo inaceptable.
En la carrera de charli xcx había algo que la emparentaba con bowie: una obsesión por mostrarse desesperadamente contemporánea que la llevaba a vampirizar a quien fuese que estuviera en ascenso en ese momento. Bowie -el hombre que en distintos momentos quiso ser (entre otros) eno, los pixies, nine inch nails o goldie- en eso tenía un poco más de privilegios que le daban cierta impunidad; como decía jagger de él: "si te ve un modelo nuevo de zapatos, al día siguiente los tiene. todos creen que es un descubrimiento suyo".
Charli, por su parte, convirtió toda su etapa entre "sucker" y "charli" en una maratón de featurings que mezclaba entusiasmo y FOMO para en "brat" cambiar el modus operandi y pasar a cartonear CD-Rs de grandes éxitos de gimnasio 2005-2010 en busca del retro correcto para referenciar: la marca de un verdadero tastemaker que se basta a si mismo. El problema es que no tiene ningún tipo de sutileza ("¡esto es "cry for you"! (beg for you, si: subrayado y en negrita por si no lo entendiste) ¡esto es "yeah yeah"! ¿no soy genial?") y en el fondo lo que deja abierto es un dilema conceptual: ¿porque necesitaríamos un greta von fleet poptimista, un tour de la nostalgia por los hits de ayer? Del "how i'm feeling now" -no escuché "crash"- se podían decir muchas cosas (compartía lo...insustancial(*) con este brat, dentro de todo) pero al menos era contemporáneo y hablaba el lenguaje de su época.
(*) es curioso pero ninguno de los funciona ni como disco ni incluso en forma de temas sueltos - son prácticamente un mood, un aromatizante de ambientes, palosanto sonoro que huele muy bien pero se desvanece a los 36 minutos y no deja ningún recuerdo. Quizás haya que repensar la categoría de vaporwave para usar con este tipo de música-como-contenido que probablemente veamos cada vez más seguido.
Paréntesis dentro del paréntesis: Tobías de genzero había escrito un posteo muy lindo sobre esta tendencia de los "moods", pero pensando en la categoría de "chica indie triste":
Todo esto me recuerda a la campaña de Spotify de 2019, «música para cada estado de ánimo». (...) La premisa de la campaña publicitaria era reveladora de cómo Spotify concibe la música: la música actúa como fondo de cualquier situación en la que se encuentren sus usuarios. El «para» del eslogan implícitamente instrumentaliza la música y la convierte en algo al servicio de un momento, un sentimiento. Y puede que esa sea una forma intuitiva de entender la música para muchos, pero creo que la mayoría de los aficionados a la música cuenta con los matices y el gusto necesarios para entender también que mucha música, y mucha de nuestra música favorita, no tiene una relación tan simple con el estado de ánimo como da a entender esta campaña publicitaria. Sí, tenemos nuestras «canciones para llorar», pero también tenemos esas canciones a las que volvemos una y otra vez porque nos encantan, nos dejan perplejos, no sabemos cómo nos hacen sentir, y eso enriquece nuestra vida.
...y Sofía hace días también había escrito unas líneas sobre escapar de ese reduccionismo del mood. Deleuze tenía un rant muy lindo contra el "arte proletario" soviético, que "toma a los obreros por imbéciles (...) y confunde el sentido con significaciones inteligibles, explícitas y formuladas". Curioso pero en el fin de la historia, estalinismo y poscapitalismo de servicios se dan la mano para infantilizar al público/consumidor.
(volviendo a brat y para cerrar: párrafo aparte para la letra de "rewind", "Que difícil es ser rico y famoso pero a la vez siento que merezco ser MÁS famoso pero a la vez me gustaría tener 14 de vuelta cuando la vida era más simple". Diego V. me señala que prácticamente todas las letras de Billy Joel son así, yo le recuerdo que el "no shame" de lily allen también - quizás haya algo con el writer's block de los millonarios, un espectáculo penoso que deberían ahorrarnos al resto)
((pssst...decepcionado? enojado por lo que acabas de leer? no canceles la suscripción ni te desquites con marcos! podés leer a amadeo que opina exactamente lo contrario sobre brat, y si brat verdaderamente te importa un pingo podés leerlo igual porque siempre es un placer))
/////
Este maravilloso newsletter puede ser apoyado con las siguientes membresías:
Membresía Syd Barrett y su gatito ($2500)
https://www.mercadopago.com.ar/subscriptions/checkout?preapproval_plan_id=2c9380849082b3b801908d40b298031d
Membresía Nick Drake y su poncho ($3500)
https://www.mercadopago.com.ar/subscriptions/checkout?preapproval_plan_id=2c9380849082b3f601908d42ec8f02fe
Membresía Bonnie Prince Billy y su lancha ($4500)
https://www.mercadopago.com.ar/subscriptions/checkout?preapproval_plan_id=2c9380849082b3f601908d446dae02ff