03. el destello que se incrusta
GBV, Syd Barrett, Opio, Lucía Seles, Daniel Johnston, Sergio Saturno y Bill Callahan.
Esta entrega estará dedicada a defender la sorpresa sobre la técnica. En un principio pensé en oponer imprevisto a técnica, pero me dí cuenta que el imprevisto es solo uno de los caminos de la sorpresa.
Cuando digo sorpresa, quiero decir algo no buscado que se hace paso y brilla por sí mismo. Los artistas que tienen muy incorporada la dictadura del hi-fi, lamentablemente están incapacitados para, primero darse cuenta, y después disfrutar, del valor estético superior de la sorpresa. Suelen ser artistas (y público) que disfrutan de tocar (y escuchar) más de lo mismo, en las coordenadas de siempre. No está ni bien ni mal, es una cuestión de ancho de banda de disfrute. Uno a veces necesita volver a esos sonidos establecidos, esas canciones donde se saben los arreglos de memoria y vive un momento de hedonismo Aspen. Ah, pero cuando aparece una sorpresa, ¡qué sentimiento superior! ¡Qué éxtasis!
A continuación, algunos de mis ejemplos favoritos.
A.Se desenchufa pero se sigue
Hardcore UFO’s, la espléndida canción que abre el aún más esplendoroso Bee Thousands (1994) de Guided By Voices va enhebrando las armonías tan geniales de Pollard y Sprout hasta que una de las guitarras deja de sonar de golpe al minuto veinte de canción. Queda sonando la base hasta que se escucha el ruido del ¿cable roto? ¿plug? que precede la vuelta del sonido total para el final. Hay que agradecer a la intensidad creativa de GBV haber dejado esta única toma, bellísima, en vez de reemplazarla por otra sin el momento de buscar señal en el medio.
B.El arte de la desafinación
B1. Cuando uno es joven y ama a Syd Barrett no lo sabe pero se está inscribiendo en una carrera estética que llega a paraísos. El primer disco de Pink Floyd (The Piper At The Gates Of Dawn, 1967) es básicamente un disco de Barrett con banda. Lo más lindo son las canciones, los temas cuelgue solo tienen efecto de relleno (si alguno está gritando indignado por esto, sepa que no lo estoy escuchando). Después del disco, Barrett freakea y la banda se apropia del nombre para llevarlo a su carrera millonaria, popular y aburrida: calcomanías en local de chucherías de Villa Gesell, versión degradada de la Alta Cultura.
Por culpa, lástima, admiración o la mezcla de las tres, Gilmour y Waters le producen a Barrett un disco solista en 1970. A algunas canciones le ponen más producción y otras quedan desamparadas (¡liberadas!) mostrando el núcleo precioso de su composición.
Los dos caminos quedan bien marcados. En uno, Pink Floyd editaba ese mismo año la suite Atom Heart Mother (“el disco de la vaca”), una obra pretenciosa y embolante, con solos de guitarras insufribles, coros, vientos, cuerdas y baterías usadas como decoración de torta más que como bestia de ritmos.
En el otro, Syd erraba tonos en la guitarra que sus productores dejaban ya dados por vencidos después de cinco tomas. El contrato seguramente leonino que había firmado con la compañía discográfica hizo que esa plata invertida en el genio roto (Barrett ni siquiera podía salir de gira) se editara de todas formas. Una vez en la que el negocio funciona para el arte (Metal Machine Music puede ser otro ejemplo).
A los fines del tema de hoy rescato If its in you. Barrett duda cómo encarar una canción que se le vuelve ingobernable desde lo vocal y la guitarra. Lo que hubiera sido cabalgar un caballo de carrera lo transforma en cabalgar el gusano peludo de La Historia Sin Fin.
DATO PARA UNA FIESTA: el querido Coco Kramer me contó que subastaron el piso pintado por bArrett que aparece en la tapa de the Madcap Laughs. Alguien pagó 28,500 libras esterlinas por él.
B2. Una línea de conexión local con este Syd Barrett son las canciones que Fernando García grabó bajo el nombre de Opio con producción de Manza (¿a fines de los 90s, principios de los 00?). Desde PinkMoon siempre lo reivindicamos. Una de las pocas veces en que un periodista hace cosas buenas.
El año pasado se publicó completo el EP. Aparecen otras canciones y otros nombres (Schanton, Leo García y el hijo del dueño de la droguería). Podrían haber quedado en el olvido, le restan brillo a las genialidades del proyecto: Alada y Vía Láctea en Re menor.
Transita estas dos canciones también el espíritu de Tanguito Ramsés, que vuelve a vengarse después de que Tango Feroz y el ninguneo sintomático de Nebbia lo volvieran a tirar a las vías una y otra vez.
C. La urgencia como método
C1. Hay veces que la producción de ideas es tan grande que hay que hacerles lugar porque sino se acumulan y se pudren. La tecnología fue el mejor aliado de estos artistas. Ahí quedaron los cassettes de Daniel Johnston, hoy editados en vinilos, como el que incluye el tema de Casper el fantasma amigable.
C2. Los que escucharon el último PinkMoon ya saben que pienso que Lucía Seles es la artista más singular (y por eso importante) que respira el aire de nuestra patria en este momento. Su admiración por Fassbinder le permite hacer una película tras otra sin el beboteo de la industria y el narcisismo de redes. Podría no haber sido descubierta e igual haría sus películas. Eso es algo interesante. Cuando la urgencia es el método, no hay impedimentos materiales. O sea, los hay, claro, pero no condicionan. Al saltearse o alterar los medios de producción surge otro lenguaje. Casi siempre fue así y aún hoy funciona.
Lucía Seles también grabó canciones hace unos años. Están en su bandcamp y ya aparecen las constelaciones de su galaxia ficcional. Una de mis favoritas es “Los Ángeles from Chile - Steffi Petrograff”, que posee una letra maravillosa que termina así:
alcohólicos con combi es un peligro
drivers de micro autistas es un peligro
motociclistas sin dormir es un peligro
comer muffins en helicóptero es un peligro
los micros q miro desde mi ventana
es mi romance desde tu partir
maybe un dia regreses x accidente
o t mate un incendio cuando estes x venir
C3. Mi hermano guarda unos cassettes que hicimos cuando yo tenía 14 y él 8. No creo que los quiera dar a conocer (prometió mil veces digitalizarlos). Le habíamos puesto “El Tipo del Hacha” y había dibujado un verdugo como cover art. Es muy probable que esas canciones que grabamos en Zárate los fines de semana de hijos de padres separados, con el mic y la guitarra de nuestro padre, nos den vergüenza ajena hoy pero quién sabe alguna pega la vuelta y esté buena (¿nunca lo sabremos?).
C4. En esa misma urgencia, saliendo pero a su vez entrando de lleno en el delicado terreno de la autorreferencia explícita, a principio de los 00s grabamos los EP de Ventolin Records. Ahí, con un grabador de periodista Panasonic, registré La Bicicleta de Saturno, mi homenaje a Sergio Saturno que llegó a salir en Olé.
Hace unas semanas atrás la toqué en público por primera vez en la presentación del libro sobre los Juegos Olímpicos que sacamos con BSM.
Vaya como el momento singular de esta entrega ese registro sonoro, con las disculpas del caso.
RESEÑA INSTANTÁNEA
Bill Callahan - Resuscitate! (julio, 2024)
Se cumplen 16 años de cuando Bill Callahan hizo su concierto en Niceto, recital del que me acuerdo poco y nada. Sólo que en la previa hacíamos chistes sobre lo que debe haber sido una discusión entre Joanna Newsom y Bill, ella con voz de helio y él con su voz de resaca matinal. Ella tocando el arpa y él la guitarra. Ya se habían separado para cuando subió al escenario. En estos días Callahan sacó un disco en vivo al que le puso “Resuscitate!” en inglés pero suena muchísimo mejor si se lo lee en castellano: “Resuscitate, Bill!”.
Es tan bueno Callahan que te mete un saxo y queda bien. Un saxo que quiere sonar como un lamento de coyote pero también a esparcir bronceador en una espalda. Diez canciones en una hora veinte. Es larguero, pide mucho para hoy, pero se lo perdonamos. Entre que sacás una foto, la subís, te perdés recordando cuando eras feliz y no lo sabías o reflexionando sobre si Callahan es el Leonard Cohen de nuestra generación, se pasa rápido. Estaría para verlo sentadito en un lugar cómodo, petaca en mano. Hacerle en vivo el chiste de “Resuscitate, Callahan!”, “ascendé a los cielos!” o “te llama tu viejo!”. Que los tengan que borrar de la grabación. Nos divertimos fácil.
DATO PARA UNA FIESTA 2: Ahí terminaba la reseña pero resulta que me acabo de enterar que el pequeño Bill se mudó de la Costa Este norteamericana a Inglaterra entre los 3 y 7 años porque el padre trabajaba en la NSA, que es la National Security Agency, o sea: un espía.
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